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Salir de la queja sexual

La Queja Sexual

Por Mariela Tesler, Directora de Isabellina

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Si de quejarnos se trata, los argentinos de por sí somos bastante quejosos y desconformes. Se acerca el invierno, nos quejamos porque se viene el frío; si sale el sol, porque hace calor. Si llueve, porque se nos aguó la salida. Si tenemos rulos, porque no nacimos con pelo lacio. Si trabajamos, porque estamos demasiado cansados, pero si estamos desocupados nos apremia la falta económica y la necesidad de traer dinero al hogar.

Con las parejas se generan situaciones similares. No hablamos de la elección del compañero, sino que se estima que un 85% de las mismas no están conformes con su vida sexual. La gran mayoría se queja, pero no muchas provocan algo nuevo para generar el cambio.

Al comienzo de la relación el manto rosa lo cubre todo. La novedad, el enamoramiento, el amor ciego que todo lo puede. Cualquier diferencia pasa desapercibida, cualquier anhelo no concedido hasta se esfuma en el aire. Euforia, pasión desmedida, ilusiones. Nos espejamos en el otro, proyectamos. Estamos totalmente predispuestos a modificarnos, a ser creativos y a dar mucho más para que esa luna de miel no se termine nunca.

Cuando nos alcanza la rutina diaria, la convivencia, bajamos a la realidad de todos los días. Sobreviene el stress, los niños con sus ocupaciones, las preocupaciones, el cansancio. Asoman las primeras peleas y cuando empieza a repetirse la situación, la gran queja. Ya no agradecemos lo que tenemos, sino que nos quejamos por lo que no está…

Elaboramos una lista con infinidad de requerimientos y pedidos para la pareja. Logramos enumerar rápidamente lo que no nos gusta del otro y cada vez nos cuesta más ponernos a pensar lo que sí nos hace feliz. Ese ser que una vez elegimos, parece quedó perdido allá lejos y hace tiempo.

Nos dejamos de sentir, de seducir, de cortejar. Parece que la conquista de los primeros días se llevó consigo las ganas. Y es que, en general, con el paso del tiempo, comenzamos a ver el medio vaso vacío y dejamos de disfrutar del medio que ya se llenó.

Imaginamos que si el otro me quiere, me leerá el pensamiento y hará exactamente lo que estoy necesitando o queriendo. Nos quejamos porque no sucede y creemos falsamente que no hay nada para hacer. Gran error. El deseo no es siempre espontáneo, hay que ayudarlo!

Nos lamentamos porque no sabemos tocarnos o besarnos el uno al otro como nos gustaría. Pensamos que la premisa  “el varón es básico por naturaleza” dificulta cualquier deseo de previa y ésta nunca va a llegar. Nos enojamos porque ellos alcanzan su gran Oh y no se preocupan por ver que aún ni comenzamos a calentarnos. Nos quejamos…Tantas situaciones como personas. Nos nublan la vista y no nos dejan ver que, si así fuera, podemos hacer algo y provocar el cambio!

Los varones porque ellas quieren demasiado cortejo. Llegan a la noche y no quieren cama. Con suerte un sábado si justo hay ánimo y con viento a favor…

Se quejan de la mujer porque ya no son ni una décima de lo que eran cuando se conocieron. Se le fue lo salvaje, lo perra, se le fue lo inalcanzable. Añorando el pasado, sin darse cuenta que hay muchas maneras de encontrase de nuevo formando un vínculo atractivo y diferente.

Tiempo pasado fue mejor, suponemos. Es que tantos años juntos, es lógico que así sea, pensamos. La solución debe ser cambiar de marido! Frases chistosas que aparecen como asegurando el presente que no nos gusta del todo pero hay que quejarse y ahí está. Nada para hacer. La broma fácil, la incomodidad de lo que sucede, como una realidad inamovible que nos ató en algún momento y nos lleva por un camino que así debe seguir porque es lo que alguna vez elegimos.

Suspiramos porque se nos fue el deseo, aseguramos que debe ser la rutina o los años. Nos compadecemos de nosotros mismos. Es lógico, les pasa a todos, es normal quejarse y nos quejamos…

Cambiemos urgente el chip. Hay para hacer y cuánto!

Corrámonos sólo un poco de la falta. Las situaciones son realidades, pero ninguna de ellas es inamovible. Para pasar de la queja al cambio, indefectiblemente hay que hacer algo. Hacer algo y repetirlo para que se modifique generando una pareja renovada y mucho más a gusto.

Ya lo explica la neurociencia. Nuestras rutinas van formando un “mapa”, un surco en el cerebro. Para que indefectiblemente algo se modifique, no basta con hacerlo una vez. Hay que repetirlo hasta que forme un nuevo surco y trace otra línea. No será tan rápido, pero es totalmente posible. Lo que hay que tener es verdaderas ganas y dedicación.

Si él no se da cuenta cómo, porque su naturaleza es diferente, enseñarle con cariño, con amor, con deseo de que la previa mejore. Buscarlo primero, sorprenderlo, condimentar tu relación con aromas, aceites comestibles, una lencería nueva. Intentar algo diferente.

Ella no quiere? Seducirla durante el día. Halagarla, mimarla más de lo acostumbrado. Escuchar qué le gusta, detenerse a oler su piel, susúrrale al oído lo que le espera cuando se encuentren solos…

Todo nuestro cuerpo es un mapa erótico y sensible. Desde la mañana, todo el día cuenta para la seducción. La pareja puede revivir en cualquier momento. Sólo basta con tener ganas de que algo mejore. Accionar, animarse. Volver al juego, desearse mutuamente. Dejar las frases de lo que no nos gusta de lado, enfocarse en lo que sí queremos y ayudarnos a aprender. Podemos seguir descubriéndonos pese a los años y forjar un lazo cómplice nuevamente. Salir de la queja, hacer, dar y recibir. Ir tras nuestro bienestar, buscar una unión feliz.

Mariela Tesler – Directora de Isabellina  www.isabellina.com.ar / twitter / instagram 

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